Los españoles, en una proporción elevada, tenemos una tendencia a valorar todo lo foráneo, considerándolo en exceso. Hay quien destaca de un electrodoméstico o de un vehículo que ha sido fabricado en Alemania o siente gran admiración por los vinos y los quesos franceses.
Esa tendencia a la valoración por lo de fuera lleva, en muchos casos, una minusvaloración de lo propio. Somos uno de los países donde más se critica lo autóctono y se rechaza lo patrio. Difícilmente nos encontraremos a un inglés que critique a su país y, por lo que se refiere a Francia, solemos acusarlos de lo que hemos denominado como chovinismo -adaptación a nuestra lengua del francés chauvinisme- que ha quedado definido como exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero.La situación no es nueva. En el siglo XIX, Joaquín María Bartrina (1850-1880), natural de Reus nos dejó una estrofa en una de sus poemas publicado en 1881, después de que hubiera fallecido, en la que decía: «Oyendo hablar a un hombre, fácil es/ acertar dónde vio la luz del sol:/ si alaba a Inglaterra, será inglés;/ si os habla mal de Prusia es un francés/ y si habla mal de España, es español». Estos días se ha celebrado en Sanlúcar de Barrameda, la que han venido a llamar, con notoria impropiedad, «corrida magallánica». Ha llegado a su quinta edición, de lo que se colige que su inicio fue en el 2019 y en conmemoración del V centenario del inicio de la travesía que acabaría, con la nao Victoria, mandada por Juan Sebastián Elcano, dando la primera vuelta al mundo que concluiría, tres años después, en 1522.
Ciertamente, la escuadra que partía de Sevilla el 10 de agosto de 1519 estaba mandada por Fernão da Magalhães -españolizado en Fernando de Magallanes-, cuyo mando le había sido encomendado por Carlos I. Según las capitulaciones firmadas en Valladolid, en 1518, esa escuadra tenía como objetivo encontrar un paso para ir del Atlántico al mar del Sur y abrir una ruta hacia las islas de las Especias.
Había de hacerlo navegando por aguas del hemisferio adjudicado a Castilla en el tratado de Tordesillas y tenía expresamente prohibido entrar en aguas de lo que se llamaba el hemisferio portugués. Magallanes, sin duda un gran marino -no gozaba de mucha consideración en Portugal siendo una de las razones por las que se puso al servicio del rey de España- tenía prohibido dar la vuelta al mundo. Además, murió antes de llegar a las islas de las Especias, el 27 de abril de 1521 en un combate en Mactán, al sur de lo que hoy son las Filipinas.La corrida, que se celebra con una indumentaria que imita a la que era propia del siglo XVI, se hace en conmemoración de la primera vuelta al mundo, que dio Juan Sebastián Elcano, aunque Pigafetta, cronista de aquella expedición, ni siquiera lo nombra. Ahora en la gaditana Sanlúcar de Barrameda, adonde llegó Elcano, mandando la Victoria, el 6 de septiembre de 1522, a la corrida conmemorativa la llaman ‘Magallánica’. Poniendo de manifiesto, una vez más, esa pasión por lo foráneo, que tanto daño ha hecho al conocimiento de nuestro pasado y sigue haciéndonos.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 25 de agosto de 2023 en esta dirección)